domingo, 23 de junio de 2013

Queriendo olvidar pero sin parar de recordar


Querida Gin-tonic:
Es el momento de escribirte lo que nunca fui capaz de decirte, aunque sea tarde. Describir lo que ha sucedido en una carta que no te voy a mandar, que no vas a recibir nunca, que como tú me enseñaste en cuanto acabe de escribirla la quemaré, mis sentimientos se pondrán a arder, y así el dolor, ¿cómo era?, ¿cómo decías tú?. Ah ya, así el dolor no se te queda tan dentro. Esta vez solo quiero ser claro. Sería un imbécil si no gritara que me he equivocado, contigo, que la he cagado pero bien, desde el principio. Que he intentado avanzar sin apartar antes las cosas que me lo impedían, agarrado al pasado, mirando para atrás, queriendo olvidar pero sin parar de recordar. Qué locura, Gin. Empeñado en quedarme ahí, en medio de un lado y el otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar. ¿Dónde está ese reto del futuro, Gin?. Puede que esté en fijarse bien y en avanzar. Mirar más cerca, más, tan cerca que lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro. Claro. Hay cosas que pasaron antes, mucho antes. No quiero esperar milagros, solo que las cosas pasen. O no. Si. No. Si. No. Si. No. Yo ahora lo tendría claro, pero ahora ya no depende de mi sino de ti. Te quiero.

lunes, 17 de junio de 2013

tvaemdmtqmb

¿Sabes de esos momentos que llevas esperando mucho tiempo pero que nunca acaban de suceder?
Bien...pues cuando por fin llegan ¿qué se supone que tienes que hacer?

Yo acostumbrada a marcharme con cualquiera pero volver siempre contigo...
Tu siempre tan difícil y a la vez tan susceptible conmigo...
Ambos tan lejos y siempre tan cerca...

Tus "te echaré de menos cada día" se repiten en mi cabeza
No sé que haces conmigo,
pero tengo claro que cada día lo haces mejor.

Para siempre es mucho tiempo
una noche es poco rato.

"TE ECHARÉ DE MENOS"
"NOS VEMOS PRONTO".

domingo, 16 de junio de 2013

.

Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.

Carta sin despedi

A veces,     
mi egoísmo
me llena de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin
remedio,
mi querido
hermano y parigual en la
desgracia.

A veces -o mejor dicho:
casi nunca-,
te odio tanto que te veo
distinta.
Ni en corazón ni en alma
te pareces
a la que amaba sólo
hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
-quizá por imposible
y por lejano-.
Pero el odio también me
modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme
cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo
nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes,
yo te reconozco,
identifico tu perfil
primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como
sigues
siendo,
como serás ya siempre,
mientras te ame.

sábado, 15 de junio de 2013

"Y es que tiene un corazón que no le cabe, que se muere si le faltas."

Una mañana más me ha despertado el roce de tu cuerpo,
una noche más tu respiración me ha susurrado todo lo que callas cada día.

Hazme lo que quieras, hazme enloquecer.
Hazlo como tu sabes, una y otra vez.

Y un nuevo "nos vemos pronto".
Una despedida que no para de repetirse.
Un beso lento en la puerta, un abrazo infinito.

Me muerdes el corazón y mi razón no para de decir que no, que no...









jueves, 13 de junio de 2013

Kilómetros a la espalda.


Antes de poner en duda una sola de mis palabras
dime cuándo te he mentido,
porque puedo equivocarme pero no te engañaría
puedo girar bastante más deprisa de lo que luego tardo en equilibrarme
puedo maltratarlo todo aunque lo quiera
y hay cuando no tengo nada y puedo con todo
y hay cuando no puedo con nada y, además, no lo quiero

puedo escribir páginas y páginas de mentiras en primera persona
que nada tengan que ver con mi ánima
ni con el ánimo de mi karma, ni con nada de nada
cada kilómetro a la espalda le resquebraja a cada uno de una manera distinta el espejo
y yo sólo voy dejando aquí y allá pruebas inexactas de pensiero
y hay veces que ni eso
te juro mi vida que hay veces que ni eso

golpear y resbalar indistintamente piel a pared
moratones vitalicios sin memoria
cada herida es un misterio en la resaca, y qué quieres que te diga
tampoco procuro entenderlo
sentimientos

entre abrazos te dices “ui qué va, o bueno, puede que sí”
y al día siguiente a la distancia le soplas
“me salen chichones de pensarte, amor
cómo dueles, y eso que pienso que no te quiero
y eso que esta vez sí que miraba por donde iba pisando”

porque el –se mira pero no se toca-
equivale al –se siente pero no se entiende- en cuanto a tentación
y a los sentimientos se la traemos bastante floja
te lo digo por experiencia
de cuando yo nada más que he sido eso,
sentimiento

desarraigarse
mandarlo todo, maldita sea, por una vez, al infierno
ser uno mismo a riesgo de caer en picado y para siempre en el intento,
porque la vida sin peligro es como el mundo sin John Lennon
gris manicomio
casi humo

aquí me tienes
haciendo un cameo en tu vida
soy sólo el delirio en ayunas de nuestras intenciones reflejadas en miradas así modernitas dentro de gafas de sol, soy sólo eso
soy sólo reacción, estoy aquí de rebote, de mayor quiero ser instinto
aquí me tienes
con mi idilio de garrafón convertido en gas lacrimógeno
estos son mis credenciales
te tomo prestada la mitad de tu pasado para derrochar innecesariamente cariño
porque es como yo, inútil pero bella.

Idílicamente tú, idílicamente yo
dime si el delirio no es una inmortalidad más a la que aferrarse
con todos los crucis que quieras si piensas pagar con intereses tus deudas
tus deudas tuyas,
en el fondo mentimos como cosacos
diciendo que en vez de evitar hundirnos, nos place la deriva
y que va en serio eso de que estamos loca y alegremente confundidos
y tememos poquito más que la inseguridad
pero en fin, cada uno con su pedo

antes, mucho antes de jugar a querernos
me acuerdo de situaciones lumínicas escandalosamente aburridas

antes de ponernos a hablar como si leyésemos todos los días los periódicos, he de leer en tus cicatrices que ha habido cuando no sabías en qué día vivías
ni qué mundo era éste
de amenazas legales especializadas en alas
y tú como si nada

dime cómo de absurdo es preferir el amor a primera vista
a torpes, torpes, intentos de soledad chamuscada
ahora que nos las damos de genios
y de ágiles
y de que vamos serenos
con eso de que nunca seremos las cenizas de no vernos
si bailamos, a las tres de la tarde como si fuesen de la mañana,
la conclusión
la epifanía
de que si no estoy, del verbo estar con mayúsculas, te quemas

he aprendido a trompicones un montón de tonterías
y a pescozones a besarte llorando que no estoy de sobredosis,
he jugado a destroquelar tus opiniones invirtiendo su cromancia
y a electrocutarte el peinado y a limarte arañazos,
he jugado a jugar contigo y me has ganado
y ha habido veces en las que no estaba jugando
pero jugaba a que no te dieses cuenta

he subido a lo más alto sólo porque luego la ostia iba a ser mayor
he dejado a gente estupenda por el camino
y me empacha de indiferencia su recuerdo,
me he mojado cuando hizo falta mojarse
y ya ni eso
he renegado del mundo hasta tal punto que me cuesta volver
aunque sea para unirme a luchar

ser o no buena gente, así, tan buenagentemente dicho
puede, en fin, qué sé yo, pero puede
que sea saber que te quieren
y sentir
que te lo mereces.

miércoles, 12 de junio de 2013

Ángel González

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).